Libro fotográfico

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Museo Nacional de Antropología de El Salvador

El matrimonio de la izquierda salvadoreña.



 ¿Qué tan crítica puede ser la situación actual de gobernabilidad y de aceptación entre el Presidente Mauricio Funes y el partido FMLN? ¿Quién es el mayor perdedor en un escenario de ruptura? ¿Hacia dónde conducen las discusiones y los “enojos” de este matrimonio que se originó, como la mayoría, “en un gran amor”?

 Bueno para empezar no conocemos un solo evento de la historia política del mundo que esté registrado como un mar apacible como tampoco un solo matrimonio que no haya tenido peleas. Las contrariedades siempre están presentes cuando se gobierna. Las diferencias son candentes cuando se definen ideas y acciones políticas. Recordemos los procedimientos internos para la elección del candidato a la presidencia del Partido Demócrata en Estados Unidos, entre Hilary Clinton y Barack Obama. Los debates fueron fuertes, los apoyos de sus seguidores decisivos. Y por supuesto no faltaron los típicos ataques sobre las posiciones de “izquierda” y las “conservadoras.” Al final el elegido resultó a la vez el primer presidente no blanco de Estados Unidos.

Estados Unidos no es El Salvador, pero la mención a ese ejemplo se hace para confirmar que hay mucho más diferencias en el mundo con las que se puede vivir que imaginarias identidades que no son tales y que menos contribuyen en el avance. A pesar de los acalorados debates y mutuas acusaciones y aparentes irreconciliables posiciones entre Mauricio Funes y el FMLN, lo que se está dando en nuestro país es un proceso de aprendizaje. El debate de las izquierdas es histórico y además la define.

Dentro de las discusiones que giran en relación a este tema hay posiciones diversas que no son nuevas, más bien responden a un típico modo de pensar y actuar de la izquierda. Desde la perspectiva más ortodoxa (que no necesariamente implica acciones de correspondencia) se califica las actuaciones del presidente como contrarias al plan de gobierno pactado, por el cual se invitó a votar, incluso hay una tendencia a utilizar el viejo estribillo de acusarlo de “traidor a los intereses del pueblo”, pero sabemos que es un sector minoritario y bastante ingenuo.

La personalidad del presidente aparece como su principal talón de Aquiles en ese debate, lo cierto es que como él hay muchos en el FMLN, lo que sucede es que no son presidentes. Por ejemplo las antipatías que genera el diputado Sigfrido Reyes, que no es muy aceptado que digamos ni dentro de la misma militancia, pero esas son las trivialidades del ser humano que siempre están presentes.

Las diferencias han caído en el plano de las actuaciones de la Asamblea Legislativa y el ejecutivo. Se ve a un FMLN casi como un opositor de su mismo gobierno. Observamos una tendencia, nada casual, de un grupo del partido de izquierda que está encausando la posición del partido hacia una ruptura con el gobierno bajo el argumento de una aparente radicalidad o si se quiere, pureza revolucionaria. Sabemos bien que este juego, aunque aparenta ser ideológico, en verdad es electoral. El partido está jugando a posicionar sus ventajas de cara a los comicios electorales de 2012 y 2014.

 El “gobierno del cambio” que precisó ideas como “gobierno para todos y no de partido”, es el argumento fundamental del presidente Mauricio Funes. En este estira y encoge de posiciones no sabemos quién puede ser el ganador, si es que lo hay. Mientras el país sigue atrapado en una crisis de violencia social y económica, la mayor perdedora es la sociedad salvadoreña que ha estado esperando años para ver que su modo de vida y la situación de su familia cambie de manera real.

Pensamos que, por encima de esas diferencias, que por demás no se pueden evitar, el gobierno debe seguir insistiendo en ejecutar aquellas partes de su plan que más sensibles resultan para las grandes mayorías tradicionalmente marginadas de las políticas de Estado. Aún en el caso de que tuviésemos el gobierno más perfecto de todos lo que nos cupieran en la cabeza, la imperfección de las actuaciones de gobierno, los errores y las oposiciones no se podrían derogar porque la naturaleza de todo gobierno es llevar adelante políticas que afectan a unos y favorecen a otros, en qué medida se afecta menos a las mayorías o en qué medida se concilian los intereses sectoriales para aplicarse al plan de nación, es el reto de todo estadista.

Intuimos que por el lado del FMLN no todos sus dirigentes están empeñados en conducir la política del partido de izquierda hacia una confrontación creciente y deliberada con el gobierno del presidente que ellos mismos propusieron. El gran reto histórico del FMLN es saber administrar esas diferencias, comprender que el mayor error de la mayoría de izquierdas del mundo en el poder ha sido la ruptura total con aquellas formas de pensamiento y gobierno que no se identifican plenamente a la suya.

Los dirigentes más lúcidos del FMLN deben saber que solo la pluralidad los pudo llevar a la derrota electoral del partido ARENA, que entre los votantes hubo seguidores ortodoxos de izquierda, de izquierda moderada, de demócratas y cristianos, de sectores descontentos de la derecha, pero que, aunque asumiéramos que la mayoría de ellos hubiese sido ortodoxos, jamás hubieran ganado las elecciones por sí solos en marzo de 2009, y por consiguiente, jamás las ganarían en 2014.

Insistimos, el gran reto del gobierno de Mauricio Funes es ejecutar lo mejor posible su programa de gobierno, es la única manera de pasar a la historia no como un presidente más sino como al menos el que fijo las pautas para una nueva forma de hacer en El Salvador.

El mayor reto del FMLN es adaptarse pensando en el futuro y centrarse en coyunturas que no han sido estudiadas a profundidad más que con visiones ideologizadas. El futuro de este partido de izquierda solo puede garantizarse en la medida que sus ideas estén expresadas en acciones reales de gobierno y no en estereotipos poco aplicables. El futuro de ese partido estará en las capacidades que sus militantes tengan para debatir a fondo sus ideas y sus procedimientos, en sus alianzas, por ello es que deberían estudiar EL Príncipe, porque el territorio donde se mueven es el mismo que describió Maquiavelo.

Es entendible que el FMLN quiera llegar a gobernar el ejecutivo a partir del año 2014, y para ello está trabajando desde ya. La pregunta que nos surge es: ¿Hasta dónde es realista lograr el objetivo sin que se rompan los hilos conductores con el gobierno de Mauricio Funes? Pero lo que todavía es más complejo: ¿Qué tan posible es que un partido pueda convencer a los electores de que puede hacer las cosas mejor que su antecesor y que por tanto pueda ganar refugiado en un ideario inflexible? No se debe perder de vista que estamos en un sistema electoral, el único que permite llegar al poder.

  La izquierda debe tener larga vida en El Salvador, y lo será sin duda. El llamado es a la sabiduría de aquellos que conducen los destinos del país. La sociedad necesita respuestas no más pleitos.

La manera cómo serán recordados, tanto el gobierno del presidente Funes como el FMLN, será por sus acciones. Son los dirigentes y la militancia quienes deben definirlo, pero pensando siempre en la inclusión del resto de la sociedad. La radicalidad no es sinónimo de ignorancia ni de falta de debate, menos exclusión. La flexibilidad no es sinónimo de descuido y menos de desprecio para las mayorías.

Consideramos que el tiempo aún tiene mucho que dar, hoy por hoy, esperamos que tanto el gobierno de Mauricio Funes como el partido FMLN, sepan administrar sus diferencias para el bien de El Salvador. Los que nos consideramos de izquierda seguimos creyendo en el cambio de nuestra realidad a partir del debate franco y abierto.  

Es imposible obviar las discusiones que se generan en la izquierda salvadoreña a partir de las diferencias entre el gobierno de Mauricio Funes y el partido FMLN.


 

Al-kimia Digital

MONSEÑOR ROMERO

MONSEÑOR ROMERO
“No nos pueden entender los que no entienden la trascendencia. Cuando hablamos de la injusticia aquí abajo y la denunciamos, piensan que ya estamos haciendo política. Es en nombre de ese reino justo de Dios que denunciamos las injusticias en la tierra. Y en nombre de aquel premio eterno les decimos a los que todavía trabajan en la tierra: ¡trabajen, pongan al servicio de la patria todo su esfuerzo!”

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