Libro fotográfico

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Museo Nacional de Antropología de El Salvador

Cuba y El Salvador, otra vez de la mano. Tras el recuerdo de los lisiados de guerra.




Los lazos que mantienen los pueblos salvadoreño y cubano se reflejaron en la diplomacia del sábado 13 de marzo de 2010. Un evento que estaba decidido desde que el presidente Mauricio Funes asumiera el gobierno el uno de junio de 2009 y anunciara que las relaciones entre El Salvador y la República de Cuba serían restablecidas sin demora.

Las relaciones entre ambas naciones fueron rotas cuando la posición de la OEA y diversas entidades se asociaron al boicot contra la revolución cubana acordada entre el 22 y el 31 de enero de 1962, en la que se dictaminó una serie de medidas a partir de las cuales se comenzó a marginar a Cuba de la Organización de Estados Americanos y de otros organismos del Sistema Interamericano. 

Las declaraciones de La Habana, Primera, del 2 de septiembre de 1960 y Segunda, del 4 de febrero de 1962, desenmascararon las intenciones de la confabulación, liderada por Estados Unidos. Mostraron una comunidad digna y soberana que no dejó de luchar por abrirse camino en un mundo de hostilidad.

Desde entonces los gobiernos que pasaron durante la dictadura militar y los que le siguieron después de la guerra, se empecinaron en no romper con esa traba absurda. Los gobiernos de derecha siguieron recibiendo presiones para no abrirse diplomáticamente con Cuba.

Ahora, meses después de la toma de posesión del gobierno de Mauricio Funes, se inaugura la embajada de El Salvador en la ciudad de La Habana. Y los recuerdos de esta historia compartida no pueden ser sino abundantes.

Durante la guerra se dieron varios acuerdos humanitarios entre el gobierno de José Napoleón Duarte y la comandancia de la guerrilla  salvadoreña, con ello se logró que en varias ocasiones se permitiera la salida del país y de los frentes de guerra a decenas de heridos de guerra.

Los guerrilleros salieron en vuelos chárter en dirección de La Habana, otros lo habían hecho a través de Nicaragua, después de haber salido de forma clandestina de los frentes de guerra.

Los lisiados de la guerrilla salvadoreña fueron recibidos con honores en el aeropuerto José Martí por las autoridades cubanas y grupos de organizaciones sociales. Después fueron ingresados en los hospitales Comandante Camilo Cienfuegos, Fructuoso Rodríguez, Hermanos Amejeiras y otras unidades médicas. Para esa misma época algunos edificios de la zona de Habana del Este habían sido habilitados para que en sus apartamentos vivieran muchos de esos guerrilleros lisiados.

Cuando la cantidad de guerrilleros heridos y lisiados aumentó, se instaló un campamento en el lugar conocido como El Cacahual, en el poblado Santiago Las Vegas, provincia de La Habana. En el Cacahual hay un monumento dedicado a un héroe cubano de la lucha de independencia de España, el General Antonio Maceo, segundo jefe del Ejército Libertador, conocido como el “Titán de Bronce”.

  En ese campamento se fabricaron casas y se instaló equipos de cocina, comedores, unidades de salud y espacios para la recreación, donde los lisiados pasaban la vida en absoluta tranquilidad y protección, lejos de los frentes de guerra. Además trabajaban en algunas cooperativas de los alrededores, recolectando aguacates, ante la admiración de los cubanos que tenían que valerse de varitas con bolsas para cortar las frutas, mientras los salvadoreños mutilados, subían a los árboles como monos y cortaban con más rapidez los aguacates.

Los cariños y atenciones de los equipos médicos, doctores y enfermeras, fue ejemplar, en los hospitales se construyó una hermandad impresionante.



Este recuerdo es simbólico ahora que se restablecen las relaciones diplomáticas con Cuba. Los lisiados de guerra han venido luchando desde hace años por lograr que se cumplan los acuerdos del fin de la guerra que competen a su asistencia y protección. Ningún gobierno de derecha hizo lo suyo para superar el problema. Al parecer ni los dirigentes del partido FMLN empeñaron sus energías para que sus combatientes pudiesen obtener los beneficios ganados con su propia lucha.


Hace unas semanas el presidente Mauricio Funes tomó una decisión audaz. Ordenó que se pagaran las pensiones atrasadas de los lisiados de guerra, que se les tratara con más dignidad y que se cumpliera con la ley en la materia y los llamó “héroes de la lucha salvadoreña”.

Muchos de esos lisiados de guerra estuvieron en los hospitales cubanos, en el campamento El Cacahual, en Santiago Las Vegas. Esa fue una experiencia de acercamiento humanitario que se ha logrado mantener hasta nuestros días en lo que concierne a un sistema de becas para estudiantes salvadoreños en las ramas de medicina.

La diplomacia del gobierno de Mauricio Funes y la cancillería dirigida por Hugo Martínez han quebrado una historia de hipocresía. Mientras los gobiernos de la derecha se resistían a abrir relaciones diplomáticas con la isla, infinidad de empresarios realizaban actividades comerciales con Cuba en las ramas de turismo, salud, transporte aéreo y otras actividades como el contrato con Cubana Deportes, entidad que enviaba especialistas cubanos para trabajar en la rama de deportes bajo la dirección del Instituto Nacional de Los Deportes (INDES).

Lo importante ahora es que ese paso llevado a cabo en el campo de la diplomacia puede producir frutos para ambas naciones. Los pueblos latinoamericanos necesitamos encontrarnos para compartir nuestra cultura, nuestros sueños sobre la base del respeto a la soberanía y la autodeterminación.

De los cubanos podemos aprender mucho, en las ramas del deporte, las artes visuales, el cine, teatro, la educación infantil, pero no podemos ser tan pesimistas con nosotros mismos, los salvadoreños podemos compartir nuestra cultura, nuestro empeño por encima de las enormes dificultades y la violencia social que nos ha destruido.



La actitud debe ser aplaudida, los hermanos cubanos no merecen ser tratados con desprecio, como ningún pueblo del mundo, y nosotros nos merecemos contar con las posibilidades de crecimiento cultural que se producen en el encuentro con otros pueblos. 

Las oficinas diplomáticas de ambas naciones deben empeñar sus energías en permitir que las relaciones de sus pueblos broten con tranquilidad, que nos reencontremos como culturas, como gente que aspira a vivir en un mundo más justo, que necesita supera sus fallas, que requiere con urgencia de nuevas formas de liderazgo.






 

Al-kimia Digital

MONSEÑOR ROMERO

MONSEÑOR ROMERO
“No nos pueden entender los que no entienden la trascendencia. Cuando hablamos de la injusticia aquí abajo y la denunciamos, piensan que ya estamos haciendo política. Es en nombre de ese reino justo de Dios que denunciamos las injusticias en la tierra. Y en nombre de aquel premio eterno les decimos a los que todavía trabajan en la tierra: ¡trabajen, pongan al servicio de la patria todo su esfuerzo!”

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