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Museo Nacional de Antropología de El Salvador

¿ALBA versus Obama, Mauricio Funes versus FMLN?



¿ALBA versus Obama, Mauricio Funes versus FMLN?



Antesala de una visita anunciada:



La confrontación de la llamada Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, ALBA, liderada por el presidente venezolano Hugo Chávez, respecto de Estados Unidos, se constituye en uno de los ejes ideológicos y políticos más sobresalientes del continente; quienes le siguen articulan discursos claramente antiimperialistas y de un contenido propio de la izquierda más beligerante.


¿Hasta dónde será tan cierto que lo que gira en torno al bloque antiimperialista expresa realmente una guerra franca contra Estados Unidos? No es tan simple responder a una pregunta como esa, pero es bien cierto que al menos muchos de los dirigentes de esa corriente sí lo saben, que en este mundo es difícil vivir en guerra, salvo que se trate de una guerra de palabras. El mismo proyecto ALBA está sustentado en leyes de mercado que no se pueden hacer a un lado por mucho que se diga lo contrario.


No podemos negar que en nuestro continente hay experiencias sobradas para comprender los resentimientos sociales que sobreviven con relación a Estados Unidos. La realidad boliviana, por ejemplo, uno de los países con mayor población indígena que ha sido atropellada desde la idea colonialista, ha encontrado un eco muy fuerte con la llegada a la presidencia de Evo Morales, incluso ahora que el presidente boliviano fue reelecto con un margen de superioridad para los contrincantes que le pone en una ventaja y legitimidad para llevar adelante sus reformas de Estado. Pero lo cierto es que no todos los países somos Bolivia ni todos Venezuela, El Salvador es un pequeño país, pobre, con una historia particular, con una relación fuerte y dependiente de las políticas de Estados Unidos, su sobrevivencia en un campo de hostilidades y adversidades debe asumirse con inteligencia, aunque haya quienes a los que no les guste.


Algunas izquierdas de América Central se ven atraídas por los conceptos de antiimperialismo. Uno se pregunta por qué, y sin duda las respuestas se encuentran en la historia, la guerra, el arraigo de quienes lideran sus partidos u organizaciones. Es el caso del partido FMLN de El Salvador, dirigido mayoritariamente por un grupo de hombres y mujeres que militaron en el Partido Comunista que para muchos es el más exitoso del continente, con una trayectoria de lucha de casi ochenta años. Pero también es muy cierto que no toda la izquierda salvadoreña está de acuerdo con sus planteamientos y que no son pocos los que ven atractivas las ideas democráticas o si se prefiere la socialdemocracia.


Recientemente afloró una discusión entre del gobierno del presidente Mauricio Funes y el FMLN: Funes no está de acuerdo con declararse enemigo de Estados Unidos ni en formar parte de la ALBA, en contradicción con el partido FMLN.


Dado que Funes llegó a la presidencia como resultado de una alianza con el partido de izquierda, las diferencias mostradas en sus discursos actuales en relación a esos dos asuntos, hace suponer a muchos, sobre todo a los sectores de derecha, que al no haber una posición unánime se lanza un mensaje confuso a la población salvadoreña.


El presidente Mauricio Funes ha aclarado que no está interesado en que su gobierno se integre al proyecto ALBA y que Estados Unidos debe ser considerado un socio estratégico para la consecución de los fines y el interés común de la nación salvadoreña. Por su parte, la dirigencia del FMLN ha firmado desde hace meses un convenio de cooperación y de trabajo con el proyecto de Hugo Chávez, pero además tanto el vicepresidente, Salvador Sánchez Cerén como otros dirigentes, se han referido a Estados Unidos con una posición clara de hostilidad ideológica.


Es necesario decir que ni dentro del mismo partido FMLN hay unanimidad sobre el manejo de la política internacional. Lo que sucede es que una línea ideológica y política está influyendo actualmente más que otra, digamos, una ortodoxa por encima de una tendencia más o menos socialdemócrata. Por experiencia sabemos que las líneas de partido no son sino el resultado de la correlación de fuerzas que se generan en el centro de la entidad partidaria, esto está delineado en la democracia partidaria, más o menos esgrimida por todos, en la que la minoría se supedita a la mayoría.


Los temas que se relacionan a la amistad con Hugo Chávez tendrán en nuestro país un connotación mayor a partir de las coyunturas, la convención del FMLN está calzada por una convocatoria a las bases más arraigadas a ese tipo de pensamiento y de discurso incendiario, esto es muy importante en la vida de el único partido de El Salvador que sin duda todavía puede ser caracterizado como un partido de masas.


Lo que tampoco debemos perder de vista es que “mayoría” y “minoría” son conceptos relativos en un sistema de democracia por representación que se verifica con la presencia de convencionistas, los facultados a votar. Quienes controlan los mecanismos de elección de esos convencionistas son los que deciden la línea del partido pues con éstos es que se eligen a sus dirigentes principales y reforman la parte estatutaria, lo que a la vez supone el proyecto político del partido. Es lo que hemos visto con las nuevas reformas, que sin ligar a dudas es la preparación del terreno para el año 2012 y más adelante el 2014, que se convocará a elecciones municipales-legislativas y presidenciales, respectivamente.


La izquierda solo puede ser tal en la medida en que debate sus diferencias. Es muy cierto que en la izquierda de corte leninista no nos quedan muy buenos recuerdos, pues las diferencias se saldaron de una manera poco inteligente. Ahora bien, partimos que estamos ante una izquierda integrada como partido y gobierno desde diferentes sectores y por ello mismo el debate se torna más agudo, o, en todo caso, más confusa para los sectores que no conoces los entresijos de esa alianza.

Aún así, aclarar posturas y defenderlas debe de ser el legado que nos deje esta izquierda que por primera vez en la historia gobierna El Salvador. Más importante que estar o no con el proyecto ALBA, tener o no simpatía con Hugo Chávez, más importante que el discurso frente a Estados Unidos, estar o no con Lula, más importante es legar, desde este momento de tensión natural de predominancia del gobierno de izquierda en el continente, la capacidad de la izquierda para debatir con sus amigos y aliados sin destruirse entre sí.


Más que una crisis de sentido o contenido de gobierno, programa y partido, lo que se da entre Mauricio Funes y el FMLN es un equilibrio de poderes, que, si los vemos con mente fresca, nos daremos cuenta que a la largan benefician a la democracia a la que aspiran los salvadoreños. Que no se hubieran dicho las cosas que se han dicho no significaría que las diferencias no existieran. Sabemos muy bien, desde aquellos primeros momentos, cuando Mauricio Funes ni siquiera era el candidato del FMLN para las elecciones, que existían esas diferencias, y sobre esa realidad es que se le eligió y luego se invitó al pueblo a creer en esa propuesta, ahora no debemos extrañarnos por algo que hemos sabido siempre.

El Mauricio Funes de hoy no es diferente al que pidió el voto, el FMLN de hoy no es diferente al que pidió el voto. Si nos atenemos a la realidad que opera en la política, cada quién debe decir lo propio y atenerse a sus responsabilidades. Ambos se complementan en una realidad que no necesariamente se aprecia con claridad por aquellos que no están dentro del debate.


Extrañeza es lo menos que debemos mostrar ante lo expuesto, lo positivo es que todos aquellos y aquellas que nos consideramos militantes de izquierda aprendamos a debatir y a decir lo que pensamos sin temor. El temor debemos dejarlo a aquellos años, cuando fuimos reprimidos por las dictaduras militares, la era que se avecina requiere de mucho debate, franco y abierto.

Ni Mauricio Funes es enemigo de Hugo Chávez ni el FMLN lo es de Estados Unidos. Para un país como El Salvador, tan pequeño y pobre, no es inteligente querer ser enemigo del país más poderoso del mundo, la dignidad no debe ser amiga de la ignorancia ni de la falta de estrategia. Una de las lecciones fundamentales del arte político es saber distinguir lo que sucede en el discurso y en las acciones, saber que el arte del poder es tener aliados internos y externos, quienes cultivan ideales de perseguir enemigos están condenados, tarde o temprano a fracasar.


No nos olvidemos, que cuando la radio Venceremos vociferaba en sus ediciones que transmitía desde un territorio en combate “contra la opresión y el imperialismo”, al mismo tiempo la comandancia general de la guerrilla salvadoreña se reunía en Nueva York en la sede de Naciones Unidas, o en Washington, y ahí eran tratados con el mismo protocolo de jefes de Estado, se reunían y hablaban con senadores, congresistas y con miembros del gabinete del gobierno de Estados Unidos.


Sin esa agilidad y astucia política el FMLN jamás se hubiese convertido en el partido que hoy es, porque aquellos años nos permitieron comprender que Estados Unidos es una sociedad política de carácter cosmopolita, en ella las ideas y posturas son tan complejas como la sociedad que representan, las ayudas económicas y políticas recibidas de esa nación por la misma guerrilla fueron enormes, por ello mismo nuestra relación estrecha hacia ese país no acabará ahora y quizá nunca.


La presencia del gobierno salvadoreño en Estados Unidos:



La semana recién pasada se realizó una visita del canciller salvadoreño a Estados Unidos, Hugo Martínez, las reuniones más importantes las sostuvo con la Secretaria de Estado, Hillary Clinton, miembros del congreso, tanto del Partido Demócrata como del Partido Republicano. El tema central de todos los encuentros fue la migración salvadoreña y su anunciada reforma legal.


Estemos o no de acuerdo en la manera como debemos entablar nuestras relaciones con Estados Unidos, la realidad de los migrantes ilegales pesa sobre nuestra historia reciente y demasiado sobre nuestro futuro como para no tomarla con la seriedad debida. Los más de dos millones y medio de salvadoreños residentes en aquel país aportan más de tres mil millones de dólares al año en concepto de remesas, lo que significa casi un veinte por ciento del producto interno bruto.

Para quienes conocen la dinámica de la reforma migratoria en Estados Unidos, aseguran que el gobierno de dicho país ha definido su posición y que poco importa hacer o no hacer nada ante una decisión que no pende de nuestra voluntad. Creemos que todas las luchas que se han librado en este continente han estado marcadas por horizontes nada prometedores, sin duda para la generación de veteranos de los años 1970s, cuando la dictadura de los militares estaba por encima de la sociedad civil, una época como la actual era un sueño. Sin embargo, aunque hayan transcurrido tres décadas de muerte y sufrimiento, hoy día América tiene nuevos gobiernos, elegidos bajos formas al menos más justas que las de la dictadura.


Luchar entonces es un asunto de dignidad, y cuando se trata de un gobierno de izquierda como el salvadoreño, elegido por las mayorías tradicionalmente marginadas, muchos de los cuales son parte de esos migrantes que viven en Estados Unidos, es lo menos que sus electores esperan de este. Que vayan y hablen con los que tienen el poder de decidir, que hablen en nombre de esos cientos de miles de compatriotas que han debido buscar un horizonte lejano como resultado de la injusticia económica y social en la que ha vivido nuestro país.


El presidente Mauricio Funes definió que la relación con Estados Unidos es considerada estratégica no sólo por la relación marcada a partir de los salvadoreños residentes en ese país sino también por el comercio al que aspira el gobernante. Este es uno de los puntos que quizá generan el mayor debate porque su carácter es histórico. Nuestra dependencia hacia las decisiones de Estados Unidos no acaba de nacer, es tan vieja como nuestros gobiernos. Es a partir de ello que nos preguntamos: ¿Cuál es la solución más viable para nuestra realidad de dependencia con Estados Unidos, la confrontación o el acercamiento?


No sabemos con certeza los detalles sobre lo que en el 2010 pueda venirse sobre la realidad inmigrante, esa que nos mantiene en clara dependencia de la economía estadounidense, en lo que a empleo se refiere para nuestros compatriotas, los héroes que mantienen parte de nuestra economía. La experiencia nos dice que siempre será más sabio el acercamiento que la confrontación, especialmente cuando un gobierno de izquierda se juega el futuro de cientos de miles de salvadoreños.


Más importante será, que el gobierno de Mauricio Funes y su Canciller, Hugo Martínez, se empeñen en una política de exteriores que sume posibilidades y recursos para cambiar la realidad de los salvadoreños históricamente marginados, para que no se vayan de su país por causa de injusticia social y económica.



Entendemos, por lo que ambos funcionarios han dicho, que ese es el espíritu de los acercamientos con Estados Unidos. De ahí que lo otro, la exagerada importancia que se le quiere dar a las diferencias de pensamiento que en torno a estos temas se advierten en Mauricio Funes y el FMLN no son tan sustanciales como lo que se vive en la política real. Lo que cada quien debería de hacer es lo suyo, el gobierno a su zapato y el partido que se deje de tanta palabra y que se traiga los recursos que pueda a nuestro molino, total, si cada uno lograra obtener de sus amistades un aporte para el desarrollo de este territorio, a la larga ganaríamos todos, ganaría El Salvador.


Los debates no deben agotarse, hacerlos públicos y defender las posturas deber ser lo más inteligente para quienes aspiran gobernar en una época dominada por la internet y los espacios de debate, para ello leer nuestro pasado será necesario a fin de poder actuar con inteligencia en estos tiempos de duras encrucijadas, pero sobre todo anteponerse a las críticas que sin duda las habrá, a la larga el juicio que se hará a los gobernantes será a partir de su desempeño y sus logros, más que al de sus dis-cursos.


 

Al-kimia Digital

MONSEÑOR ROMERO

MONSEÑOR ROMERO
“No nos pueden entender los que no entienden la trascendencia. Cuando hablamos de la injusticia aquí abajo y la denunciamos, piensan que ya estamos haciendo política. Es en nombre de ese reino justo de Dios que denunciamos las injusticias en la tierra. Y en nombre de aquel premio eterno les decimos a los que todavía trabajan en la tierra: ¡trabajen, pongan al servicio de la patria todo su esfuerzo!”

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