Nuestras relaciones con Estados Unidos.
Camilo Cienfuegos.
¿Cómo deberían ser las relaciones de América Latina y Estados Unidos? Nunca tendremos una respuesta completa a tan difícil pregunta, pero sí podemos advertir que las relaciones de los pueblos y gobiernos están cambiando, que no podemos seguir enfrascados en una sola forma de pensar y de concebir nuestra realidad y que las diversas corrientes de la izquierda no necesariamente deben estar de acuerdo en todo lo que tenga que ver con este tema.
Antes que nada es necesario resolver otras encrucijadas. Nadie puede vivir aislado en el marco de las relaciones de este tiempo, y, por principio, no podemos partir de sentar las bases de un mañana mejor sobre la base de relaciones de hostilidad en nuestro hemisferio. Una idea es bastante congruente: las relaciones con Estados Unidos deben darse a partir del respeto mutuo con América Latina, de sus pueblos y gobiernos.
Es importante tomar en cuenta los distintos grupos de tensión que marcan las pautas para las políticas de los gobiernos de América Latina para con el más poderoso país del mundo. Colombia y las bases militares es el principal centro de tensión, de ahí surge el principal conflicto y la postura de Venezuela, Ecuador y Bolivia, principalmente. El otro territorio históricamente conflictivo es Centroamérica, cuya crisis actual se centra en Honduras, su golpe de Estado y las resientes elecciones, en la que se advierte la postura dividida sobre la realidad del hermano país, incluso de Brasil, que por medio de su presidente ha declarado no reconocer el gobierno surgido de las recientes elecciones.
Estas dos situaciones tienen mucho que ver con la postura asumida por el gobierno de Estados Unidos, y es a la vez lo que genera la presión de la mayoría de gobiernos americanos, es decir, si se decide tomar al gran país del norte como un amigo o como un enemigo.
Las voces de la convocatoria a la llamada V Internacional Socialista vuelven a tocar temas como la solidaridad internacional entre los pueblos y el rechazo al Imperialismo. Una situación no necesariamente ventajosa para los gobiernos de los países más pobres, como el nuestro, que no tenemos grande posibilidades de colocarnos frente a los grandes en igualdad de condiciones.
El respeto por las ideas de los otros no significa el plegarse a las ideas de los otros. Este es un punto muy importante, para el debate en Centroamérica, una de las regiones más pobres del continente, pero además, la que pagó con sangre más de una década de guerras civiles con cientos de miles de muertos. Una historia que no debemos olvidar, una historia a la que no necesitamos regresar.
Lo que sucedió en Venezuela con la presencia del Vicepresidente Salvador Sánchez Cerén dejó en claro que dentro de la izquierda salvadoreña hay dos ideas sobre las relaciones con Estados Unidos, la de aquellos que lo consideran enemigo y los que piensan que debemos abrirnos a los espacios y al trabajo generando amistad sobre la base del respeto. Al Menos de lo que hemos podido leer en los despachos de prensa, en los periódicos nacionales, el presidente Mauricio Funes ha establecido la línea para las relaciones con Estados Unidos, y estas no pueden estar basadas más que en la cooperación, el respeto a la soberanía y a la realidad que resulta de unas relaciones de un país pobre y uno rico y poderoso. Asimismo el canciller declaró que no debían confundirse las posturas del partido FMLN y las del gobierno.
Pero hay algo que no debemos perder de vista: mientras se realizan esos debates, se discriminan las relaciones, a la vez se mantienen relaciones con el gobierno y la economía de Estados Unidos. Esa es la realidad que los militantes de nuestro tiempo deben conocer para poder construir sus discursos y asumir posturas más realistas que panfletarias. Necesitamos salir de nuestros problemas más graves, para ello no necesitamos enemigos, menos inventarlos.
La posición del gobierno de Luis Ignacio Lula da Silva con relación al tema de Honduras es contraria a la de Estados Unidos, pero eso no le impide mantener buenas relaciones con dicho país. La política es la capacidad de generar ventajas a partir de las condiciones que se nos presentan no la alocada manía por hacer enemigos.
El gobierno de El Salvador debe desarrollar sus propias ideas, abrazar sus ideales, analizar su realidad, no sólo económica sino social y política. No somos ni país petrolero ni industrializado para tomar las posturas de Hugo Chávez o de Correa en el Ecuador. No estamos obligados a seguir a nadie que no sea nuestra realidad. Ese es el reto que los electores depositaron en el gobierno del cambio, un cambio de actitud y visión hacia el futuro basado en el trabajo serio.
La izquierda tiene ante sí, pero especialmente la izquierda democrática, enormes posibilidades de encontrarse en este marco de realidades políticas internacionales, ante todo debe debatir con serenidad, con profundidad, pegarse a las realidades de su gente, a sus aspiraciones, a sus necesidades. Tener los ojos bien puestos en lo que se nos avecina para el año 2010.
El año 2010 tendrá para nosotros un gran tema en la mesa de discusión: la reforma migratoria en Estados Unidos. Cualquier actuación de gobierno o de partido, puede generar una consecuencia para la vida de más de dos millones de salvadoreños que trabajan duro en el país del norte, más que consignas o declaraciones de forma, lo que este país necesita y demanda de sus gobernantes es una actuación con responsabilidad.
No perdemos de vista que las relaciones con Estados Unidos deben ser parte de un gran plan, no acabado sino en desarrollo, en acercamientos, en conocimientos, en estudio, en serenidad y realismo.
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